Desde la antigüedad, la humanidad ha buscado comprender la naturaleza fundamental de la materia. El concepto de elementos químicos se ha refinado gradualmente, pasando de los cuatro elementos de Aristóteles a la clasificación moderna inaugurada por Mendeléiev en el siglo XIX.
Cada elemento está definido hoy por el número de protones de su núcleo, lo que determina sus propiedades químicas únicas. El estudio de la estructura electrónica y nuclear de los elementos ha permitido comprender sus comportamientos en términos de enlaces, reactividad y estabilidad.
Las aplicaciones son vastas: los elementos ligeros como el hidrógeno y el oxígeno son cruciales en bioquímica y energía, mientras que los metales de transición intervienen en la catálisis, la electrónica o la industria. Los elementos radiactivos, por su parte, se utilizan en la producción de energía nuclear y en medicina, ilustrando el papel central de los elementos químicos en los avances tecnológicos y científicos.
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