La Tierra se desliza majestuosamente hacia una órbita ideal, sin dejar rastro de la formidable fuerza que la impulsa. Caemos en el infinito en espirales en constante cambio y nunca volveremos a donde estamos hoy. Día y noche, mientras el cielo despliega un panorama cambiante sobre nuestras cabezas, nuestra Tierra, este pequeño polvo de estrellas, gira sobre sí misma sin preocuparse por el mañana.
Hay artículos en esta página