El agua (H₂O) es una de las moléculas más abundantes después del hidrógeno (H₂) y el monóxido de carbono (CO) en el Universo, y su existencia en la Tierra tiene sus orígenes en la nebulosa protosolar, el vasto reservorio de gas y polvo a partir del cual se formó el Sistema Solar.
El agua cubre más del 70% de la superficie terrestre, pero sus orígenes aún plantean muchas preguntas. ¿Ha estado siempre hidratado el planeta? ¿Es una herencia de la nebulosa protosolar, o el fruto de colisiones fortuitas? Hoy en día, los geoquímicos y planetólogos identifican tres grandes fases o "edades" en la historia del agua terrestre.
Durante la formación de la Tierra hace 4.560 millones de años, una parte significativa de la materia acrecionada ya contenía minerales hidratados, en particular silicatos procedentes de condritas carbonáceas. Estos meteoritos ricos en agua en forma de filosilicatos contienen hasta un 10% de su masa en H\(_2\)O.
La Tierra interna pudo así atrapar agua en su manto desde la acreción, con una presión suficiente para estabilizar esta agua en forma ligada. Se estima que el manto podría contener aún hoy hasta 2 a 10 veces la masa de los océanos actuales.
N.B.: Los filosilicatos son minerales que poseen una estructura en láminas donde el agua y los iones hidroxilo \((OH^-)\) están integrados entre las capas atómicas. Su presencia en los meteoritos carbonáceos testimonia una antigua interacción con el agua líquida, lo que los convierte en trazadores clave para comprender las primeras fases de hidratación de los cuerpos del Sistema Solar.
Entre 4.1 y 3.8 mil millones de años, la Tierra experimentó un flujo masivo de cuerpos celestes provenientes de la reorganización planetaria (modelo de Niza). Los cometas y asteroides ricos en hielo entregaron entonces agua a la superficie.
Los análisis isotópicos de deuterio (\(D/H\)) en los océanos muestran una firma cercana a la de ciertas clases de condritas (notablemente CM), pero diferente a la de los cometas tipo Oort.
El bombardeo también permitió desgasificar parte del agua atrapada en las profundidades por efecto térmico, iniciando la hidrosfera primitiva.
N.B.: Las condritas (CM para "condritas carbonáceas de tipo Mighei") son meteoritos primitivos particularmente ricos en minerales hidratados, que contienen hasta un 10% de agua en forma ligada. Su composición isotópica de hidrógeno (\(D/H\)) es muy cercana a la de los océanos terrestres, lo que las convierte en candidatas serias como fuente mayor de agua para la Tierra primitiva.
A partir de 3.500 millones de años, la Tierra entró en una fase de relativa estabilidad interna y externa, marcada por el establecimiento progresivo de la tectónica de placas. Este sistema dinámico único en el Sistema Solar permite un reciclaje continuo del agua entre la superficie (océanos, corteza) y el interior del planeta (manto superior). Esta agua también influye en la tectónica de placas al reducir la fricción de las fallas.
Durante la subducción, las placas oceánicas cargadas de sedimentos hidratados y corteza basáltica penetran en el manto. Bajo el efecto de la presión y la temperatura crecientes, estos materiales liberan su agua por encima de la placa en subducción, desencadenando la fusión parcial del manto y alimentando los volcanes de los arcos insulares. Este proceso libera nuevamente vapor de agua a la atmósfera a través del desgasificación volcánica.
Este ciclo profundo del agua está controlado por los equilibrios termodinámicos de los minerales portadores de agua (como la lawsonita, la clorita o la serpentina), que se deshidratan a presiones precisas (3 a 10 GPa) y temperaturas del orden de 500 a 800 °C. El modelo geoquímico actual sugiere que alrededor de 2 a 3 km\(^3\) de agua son subducidos cada año, mientras que una cantidad comparable es liberada por la actividad volcánica.
Este mecanismo asegura una regulación a largo plazo del volumen de los océanos y del clima global a través del termostato tectónico. El agua también juega un papel lubricante en el deslizamiento de las placas litosféricas, reduciendo su viscosidad efectiva y facilitando los movimientos convectivos del manto.
Este reciclaje, junto con el almacenamiento profundo de agua en las zonas de transición del manto (410–660 km de profundidad), ha mantenido una hidrosfera estable durante más de 3 mil millones de años. Algunos modelos estiman que el manto podría contener hasta tres veces la masa actual de los océanos, atrapada en minerales como la wadsleyita y la ringwoodita.
N.B.: La wadsleyita y la ringwoodita son polimorfos del silicato de magnesio capaces de incorporar varios porcentajes de agua en su estructura cristalina bajo altas presiones. Su presencia en la zona de transición del manto terrestre sugiere un vasto reservorio de agua subterránea.
La masa total de agua terrestre se estima en aproximadamente \(1,4 \times 10^{21}\) kg. Pero solo una fracción (0,023%) está disponible en la superficie en forma líquida. El resto está atrapado en los hielos, acuíferos subterráneos y minerales hidratados. La Tierra sigue siendo un caso singular con su hidrosfera estable desde hace más de 3 mil millones de años.
Edad | Período | Fuente de Agua | Firma Isotópica |
---|---|---|---|
1. Agua Primordial | 4.56 – 4.4 Ga | Minerales hidratados de condritas | Baja \((D/H)\), manto profundo |
2. Bombardeo Tardío | 4.1 – 3.8 Ga | Cometas, asteroides | Moderada \((D/H)\), cercana al océano |
3. Reciclaje Interno | 3.5 Ga – hoy | Tectónica, subducciones | Estable, cercana a la actual |
Fuentes: Nature – Marty et al. (2015), Science – Alexander et al. (2012), NASA – Solar System Exploration.
Durante mucho tiempo, los investigadores debatieron si el agua terrestre provenía esencialmente del desgasificación interna (acrección), de un aporte externo (bombardeo cometario y asteroidal), o del reciclaje geodinámico. Los datos isotópicos, mineralógicos y geofísicos modernos sugieren hoy un modelo híbrido, en el que cada edad en la historia planetaria contribuyó a dar forma a la hidrosfera actual.
La primera edad, marcada por la acreción de materiales primitivos hidratados, proporcionó un reservorio interno de agua atrapada en el manto. Esta agua es invisible en la superficie pero juega un papel fundamental en la dinámica interna de la Tierra. La relación isotópica \(D/H\) de ciertas inclusiones del manto corrobora la idea de que esta agua ha estado presente desde las primeras fases de la formación planetaria.
La segunda edad, asociada al Gran Bombardeo Tardío, enriqueció las capas superficiales con agua exógena. Las condritas carbonáceas de tipo CM, en particular, tienen una relación \(D/H\) cercana a la de los océanos, lo que sugiere compatibilidad con el agua superficial actual. Esta contribución probablemente permitió la aparición de los primeros océanos líquidos en el Hadeano.
Finalmente, la tercera edad juega un papel estabilizador: a través de la tectónica de placas, la Tierra recicla continuamente el agua entre la superficie y el interior. Este mecanismo explica por qué la cantidad de agua líquida accesible en la superficie ha permanecido globalmente estable durante varios miles de millones de años, a pesar de las pérdidas atmosféricas y las variaciones climáticas.
Así, la hidrosfera terrestre no es la herencia de un solo evento, sino el resultado de una sucesión de procesos, donde cada época consolidó la existencia del agua en diferentes formas (líquida, mineral, gaseosa) y a diferentes profundidades. Este escenario multietapa da cuenta de la complejidad y la resiliencia del sistema hídrico terrestre.
N.B.: Este modelo de tres edades está ahora reforzado por la convergencia entre los datos isotópicos (\(D/H\), \(^{18}O/^{16}O\)), la modelización térmica del manto y los análisis de minerales profundos que contienen agua, como las inclusiones de ringwoodita en diamantes superprofundos.
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