En 1800, la población humana mundial se estimaba en unos 900 millones de habitantes. Dos siglos más tarde, en 2020, superaba los 7.8 mil millones. Este crecimiento vertiginoso es el resultado de una dinámica exponencial alimentada por los avances médicos, agrícolas y tecnológicos. Esta crecimiento se modela mediante la ecuación: \[ N(t) = N_0 \cdot e^{r t} \] donde \( N(t) \) es la población en el tiempo \( t \), \( N_0 \) es la población inicial, y \( r \) es la tasa de crecimiento promedio. Hasta principios del siglo XXI, el parámetro \( r \) alcanzó valores cercanos a \( 0.02 \), es decir, un crecimiento del 2% anual. Esta evolución se explica por una fuerte reducción de la mortalidad sin una disminución inicial de la natalidad, una desincronización característica de la fase 2 de la transición demográfica.
Las proyecciones de las Naciones Unidas indican que la población mundial podría alcanzar un pico de aproximadamente 10.4 mil millones de individuos para 2080, antes de estabilizarse o disminuir ligeramente. Este estancamiento se explica por la convergencia demográfica mundial: la mayoría de los países experimentan o experimentarán una caída de la fecundidad por debajo del nivel de reemplazo (\( \sim 2.1 \) hijos/mujer). A partir de este momento, el crecimiento natural se vuelve negativo, a menos que sea compensado por flujos migratorios o políticas natalistas.
Esta dinámica asintótica refleja el agotamiento de los recursos, el estrés hídrico, las desigualdades crecientes y las retroalimentaciones negativas relacionadas con el cambio climático.
Desde un punto de vista espacial, el crecimiento demográfico del siglo XXI está fuertemente polarizado. Casi el 80% del aumento para 2100 se concentrará en África subsahariana. En contraste, muchas regiones (Europa, Asia Oriental) experimentarán una disminución. Esta heterogeneidad crea fuertes tensiones geopolíticas, económicas y migratorias.
Además, la transición demográfica global se acompaña de un envejecimiento rápido: la proporción de personas mayores de 65 años podría alcanzar el 25% en 2100, modificando profundamente los equilibrios económicos y los modelos sociales. Esto corresponde a una transición del sistema demográfico hacia un nuevo atractor dinámico, donde la entropía biológica aumenta en detrimento del potencial reproductivo global.
Continente | Población estimada (2025) | Parte de la población mundial | Crecimiento anual (%/año) |
---|---|---|---|
Asia | 4,790,000,000 | 59.3% | +0.6% |
África | 1,490,000,000 | 18.4% | +2.4% |
Europa | 740,000,000 | 9.2% | −0.1% |
América Latina y el Caribe | 670,000,000 | 8.3% | +0.6% |
América del Norte | 380,000,000 | 4.7% | +0.4% |
Oceanía | 46,000,000 | 0.6% | +1.2% |
Total mundial | 8,120,000,000 | 100% | +0.9% |
N.B.: Las cifras están deliberadamente redondeadas al millón.
El crecimiento demográfico mundial entre 1800 y 2100 ilustra el comportamiento de un sistema vivo abierto: fase de crecimiento rápido bajo aporte energético y tecnológico externo, seguida de saturación y bifurcación hacia un nuevo estado estacionario, incluso en declive. Los equilibrios futuros dependerán de muchos parámetros acoplados: educación, políticas públicas, clima, tecnologías reproductivas y desigualdades.