Mientras Europa atravesaba la "Edad Media", el mundo islámico experimentaba un extraordinario florecimiento científico. Centros de conocimiento como Bagdad se convirtieron en faros del saber astronómico.
Entre los siglos VIII y XV, el mundo árabe-musulmán vivió una edad de oro científica. Desde Bagdad hasta Córdoba, pasando por Damasco, El Cairo, Isfahán y Samarcanda, los sabios tradujeron, corrigieron y ampliaron las obras griegas, persas e indias. La astronomía fue uno de los campos más brillantes de esta época, que luego alimentó el Renacimiento europeo. Muchos nombres de estrellas que aún utilizamos hoy —como Altair, Betelgeuse o Rigel—, así como el astrolabio, son huellas directas de este legado árabe.
Tras la fundación de la Casa de la Sabiduría (Bayt al-Ḥikma) en Bagdad en el siglo IX, los sabios árabes tradujeron las obras de Aristóteles, Ptolomeo (Almagesto) y astrónomos indios como Aryabhata. Estas traducciones vinieron acompañadas de un trabajo crítico y experimental. Los musulmanes también tenían necesidades prácticas: determinar la dirección de la qibla (hacia La Meca), las horas de oración y las fechas del calendario lunar.
Los astrónomos árabes no solo perfeccionaron las herramientas heredadas de griegos y persas; también inventaron varios instrumentos originales y métodos de cálculo inéditos. Su genio práctico transformó la astronomía en una ciencia de medición basada en la geometría y la precisión instrumental.
Estas innovaciones concretas muestran que los astrónomos árabes superaron la simple transmisión del conocimiento antiguo: inventaron nuevas herramientas de cálculo y observación, prefigurando los métodos de la astronomía moderna basada en la medición experimental.
Los astrónomos árabes solían dar a las estrellas nombres derivados de imágenes o animales familiares. Estos nombres, que reflejan la riqueza lingüística y cultural del mundo árabe medieval, han sobrevivido gracias a los catálogos de estrellas establecidos por sabios como Al-Sufi (903-986), autor del famoso Libro de las estrellas fijas.
Las traducciones realizadas en Toledo y Palermo en el siglo XII permitieron la difusión del conocimiento árabe hacia la Europa latina. Los catálogos de estrellas de Al-Sufi fueron integrados en los de Tycho Brahe (1546-1601) y luego en los de Johannes Bayer (1572-1625), quien les dio la designación griega (Alpha, Beta, etc.).
La UAI oficializó varios de estos nombres árabes durante la normalización de los catálogos estelares en 2016. Hoy en día, alrededor del 60% de las estrellas nombradas conservan una denominación de origen árabe.
N.B.:
La astronomía árabe también introdujo términos técnicos duraderos como acimut (de "as-sumūt", direcciones) y nadir (de "naẓīr", opuesto). Estas palabras designan respectivamente el ángulo horizontal y el punto opuesto al cenit.
| Nombre de estrella | Origen árabe | Traducción / Significado | Constelación |
|---|---|---|---|
| Aldebarán | Al-Dabarān | El seguidor (de las Pléyades) | Tauro |
| Algol | Ra’s al-Ghūl | La cabeza del demonio | Perseo |
| Alnair | An-Nayyir | El brillante | Grulla |
| Alnilam | An-Niẓām | La hilera (del cinturón de Orión) | Orión |
| Alnitak | An-Niṭāq | El cinturón | Orión |
| Altair | Al-Nasr al-Taïr | El águila en vuelo | Águila |
| Betelgeuse | Ibt al-Jawza | La axila de Orión | Orión |
| Deneb | Dhanab ad-Dajājah | La cola de la gallina | Cisne |
| Denébola | Dhanab al-Asad | La cola del león | Leo |
| Dubhe | Ad-Dubb al-Akbar | El oso (Osa Mayor) | Osa Mayor |
| Fomalhaut | Fum al-Ḥūt | La boca del pez | Pez Austral |
| Mirfak | Mirfaq | El codo | Perseo |
| Mizar | Miʿzar | El cinturón, la cubierta | Osa Mayor |
| Rigel | Rijl al-Jawza | El pie de Orión | Orión |
| Vega | Al-Nasr al-Waqi’ | El águila que cae | Lira |
| Bellatrix | Al-Nathrah | La guerrera | Orión |
| Alhena | Al-Ḥan’ah | El dedo | Géminis |
| Alpheratz | Al-Firz | El cordón | Andrómeda |
| Sabik | As-Sābiq | El primero | Ofiuco |
| Regulus | Al-Rijl | El pequeño rey / el príncipe | Leo |