Los brotes de rayos gamma (Gamma-Ray Bursts, GRB) son los eventos más luminosos y energéticos del universo conocido. Duran desde unos pocos milisegundos hasta varios minutos y pueden liberar en un instante el equivalente a la energía emitida por el Sol durante toda su vida (~10 mil millones de años). Descubiertos accidentalmente en la década de 1960 por los satélites militares estadounidenses Vela, los GRB siguen siendo un campo de investigación intenso en astrofísica. Generalmente se detectan como destellos muy breves en el dominio de los rayos gamma, los fotones más energéticos del espectro electromagnético.
Un brote de rayos gamma emite su energía en forma de chorros muy estrechos y colimados (orientados en una dirección precisa), que se propagan a velocidades ultrarelativistas, cercanas a la velocidad de la luz. Esta colimación significa que la energía está concentrada en un cono angular muy estrecho (solo unos pocos grados).
Incluso si la explosión ocurrió a varios miles de millones de años luz de distancia (enormes distancias cósmicas), la intensidad detectada por nuestros instrumentos puede ser muy alta, comparable a fenómenos mucho más cercanos. Esto permite la detección de GRB en el otro extremo del universo observable.
Cuando una estrella hipermasiva (al menos 20 veces la masa del Sol) llega al final de su vida, su núcleo colapsa en un agujero negro o una estrella de neutrones, mientras que las capas externas son expulsadas en una violenta supernova. Si la estrella en rápida rotación forma un disco de acreción alrededor del agujero negro, los chorros relativistas perpendiculares al disco perforan la envoltura estelar. Estos chorros, acelerados a una velocidad cercana a la de la luz, producen un brote de rayos gamma largo (duración > 2 segundos), a menudo asociado con una supernova de tipo Ic-BL.
En sistemas binarios cercanos, dos estrellas de neutrones (o una estrella de neutrones y un agujero negro) giran lentamente una hacia la otra bajo el efecto de la emisión de ondas gravitacionales. Cuando se fusionan, parte de la materia es eyectada en forma de chorros ultrarelativistas, generando un brote de rayos gamma corto (duración élt; 2 segundos). Estos eventos a menudo van acompañados de una kilonova, un fenómeno luminoso rico en elementos pesados (oro, platino) sintetizados por nucleosíntesis explosiva.
Aunque distintos en su duración y progenitor, estos dos mecanismos comparten una física extrema: formación de chorros, aceleración de partículas y curvatura del espacio-tiempo. Los GRB sirven así como faros para sondar el universo joven, los campos magnéticos cósmicos y la gravedad en condiciones extremas. Su estudio, junto con los detectores de ondas gravitacionales (LIGO/Virgo), abre una nueva era en la astronomía multimensajero.
La radiación gamma observada proviene del chorro ultrarelativista (\( \Gamma > 100 \)) emitido en una dirección muy estrecha. Si este haz cruza nuestra línea de visión, la intensidad detectada puede ser extrema, aunque el evento haya ocurrido a miles de millones de años luz de distancia.
La detección de brotes de rayos gamma requiere instrumentos capaces de observar la radiación gamma, imposible de detectar desde la superficie terrestre debido a la absorción atmosférica. Así, se han desarrollado varios telescopios espaciales especializados, que integran detectores de alta sensibilidad y resolución temporal extrema.
Estos observatorios espaciales utilizan detectores de centelleo, semiconductores o de conversión fotón-electrón, diseñados para medir la energía, el tiempo y la dirección de los fotones gamma con extrema precisión. La combinación de datos de varios satélites en red (como la Interplanetary Network) mejora la triangulación de la fuente, esencial para estudiar la física de los chorros y el entorno cosmológico de los GRB.
Los GRB son sondas valiosas del universo joven. Algunos GRB han sido detectados a distancias correspondientes a menos de mil millones de años después del Big Bang, lo que permite estudiar la formación de las primeras estrellas y galaxias. Su brillo excepcional también los convierte en "balizas" naturales para sondar el medio intergaláctico a través de espectros de absorción. Permiten explorar las leyes de la física en condiciones extremas de densidad, temperatura y campo magnético. Además, un GRB que ocurra en nuestra galaxia, orientado hacia la Tierra, podría causar una extinción masiva al destruir la capa de ozono. Afortunadamente, estos eventos son extremadamente raros a escala galáctica (1 cada cien millones de años aproximadamente en una galaxia como la nuestra).