Los cometas están entre los objetos más antiguos y primitivos del Sistema Solar. Originarios de la Nube de Oort o del Cinturón de Kuiper, siguen órbitas muy excéntricas que a veces los llevan a cruzar la órbita de la Tierra. Cuando se acercan al Sol, su núcleo helado se sublima, formando una cabellera (coma) y una cola espectacular empujada por el viento solar. Este fenómeno hace de los cometas indicadores valiosos de la dinámica gravitacional a gran escala, así como testigos químicos de la nebulosa solar original.
Los cometas se formaron hace aproximadamente 4.600 millones de años, durante los primeros momentos del disco protoplanetario que rodeaba al joven Sol, mucho antes de la formación definitiva de la Tierra. Su origen radica en la coalescencia de granos de polvo y hielos volátiles en las regiones frías y externas del Sistema Solar, principalmente en el Cinturón de Kuiper (para los cometas de corto período) y en la Nube de Oort (para los cometas de largo período).
Los procesos físicos que gobiernan su formación incluyen la acreción por colisiones a baja velocidad de partículas micrométricas, la condensación de hielos de agua, CO, CO2 y otros compuestos volátiles, así como la conservación de moléculas orgánicas complejas sintetizadas en la nebulosa solar o heredadas del medio interestelar. Estos cuerpos helados apenas han sufrido transformaciones térmicas importantes ni diferenciación interna, lo que les confiere un estado casi primordial.
La Tierra, por otro lado, se formó un poco más tarde por acreción de planetesimales rocosos en la región más caliente del disco solar interno, hace aproximadamente 4.540 millones de años. Así, los cometas representan cápsulas temporales del Sistema Solar primitivo, conservando en su interior elementos químicos y moléculas prebióticas anteriores a la aparición de la Tierra. Su estudio nos permite remontarnos a las condiciones fisicoquímicas que reinaban durante la génesis del sistema planetario, mucho antes de la emergencia de la vida terrestre.
A diferencia de los planetas, cuyas órbitas son casi circulares, los cometas tienen trayectorias muy alargadas. Su excentricidad \(e\) puede acercarse a 1, con órbitas que van desde muy elípticas (cometas periódicos como Halley, \(e \approx 0.97\)) hasta parabólicas o hiperbólicas (cometas no periódicos como C/2012 S1 ISON). Sus períodos pueden variar desde unos pocos años hasta varios millones de años. Su órbita está influenciada principalmente por las interacciones gravitacionales con los planetas gigantes y el paso de estrellas cercanas que perturban la Nube de Oort.
Nombre del Cometa | Excentricidad \(e\) | Período (años) | Origen Probable | Fecha de Aparición |
---|---|---|---|---|
1P/Halley | 0.967 | 75.3 | Cinturón de Kuiper | 1986 |
C/1995 O1 (Hale-Bopp) | 0.9951 | ~2,533 | Nube de Oort | 1997 |
2P/Encke | 0.850 | 3.3 | Cinturón de Kuiper | 2023 |
C/2020 F3 (NEOWISE) | 0.9992 | 6,800 | Nube de Oort | 2020 |
C/2012 S1 (ISON) | 1.0000 | No periódico | Nube de Oort | 2013 |
109P/Swift-Tuttle | 0.963 | 133 | Nube de Oort | 1992 |
153P/Ikeya–Zhang | 0.990 | 366 | Nube de Oort | 2002 |
73P/Schwassmann–Wachmann | 0.693 | 5.4 | Cinturón de Kuiper | 2022 |
45P/Honda–Mrkos–Pajdušáková | 0.824 | 5.25 | Cinturón de Kuiper | 2017 |
C/2011 L4 (PANSTARRS) | 1.0000 | No periódico | Nube de Oort | 2013 |
C/2006 P1 (McNaught) | 1.0000 | No periódico | Nube de Oort | 2007 |
21P/Giacobini-Zinner | 0.705 | 6.6 | Cinturón de Kuiper | 2018 |
C/2013 A1 (Siding Spring) | 1.0006 | No periódico | Nube de Oort | 2014 |
7P/Pons–Winnecke | 0.633 | 6.4 | Cinturón de Kuiper | 2015 |
C/2021 A1 (Leonard) | 1.0001 | No periódico | Nube de Oort | 2021 |
67P/Churyumov–Gerasimenko | 0.641 | 6.45 | Cinturón de Kuiper | 2021 |
122P/de Vico | 0.962 | 74.4 | Nube de Oort | 1995 |
C/2014 Q2 (Lovejoy) | 0.9980 | ~11,500 | Nube de Oort | 2015 |
144P/Kushida | 0.087 | 7.6 | Cinturón de Kuiper | 2010 |
141P/Machholz | 0.755 | 5.2 | Cinturón de Kuiper | 2010 |
C/2001 Q4 (NEAT) | 0.9991 | ~37,000 | Nube de Oort | 2004 |
255P/Levy | 0.493 | 5.3 | Cinturón de Kuiper | 2020 |
C/2017 T2 (PANSTARRS) | 0.9992 | No periódico | Nube de Oort | 2020 |
96P/Machholz | 0.959 | 5.2 | Cinturón de Kuiper | 2023 |
C/2023 A3 (Tsuchinshan-ATLAS) | 1.0008 | No periódico | Nube de Oort | 2024 (esperado) |
Fuente: NASA JPL Small-Body Database | NASA ADS - Astrophysics Data System
Los cometas son cuerpos celestes constituidos por una mezcla heterogénea de hielos volátiles (H2O, CO, CO2, CH3OH…), polvo mineral (silicatos amorfos o cristalinos), compuestos orgánicos complejos y granos metálicos. Su estructura interna se asimila a la de un agregado poroso, calificado como "castillo de arena cósmico".
La misión Rosetta reveló que el núcleo del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko no es monolítico, sino que está constituido por dos lóbulos distintos, resultantes probablemente de una acreción a baja velocidad de dos objetos. El análisis de las capas geológicas en la superficie sugiere una estratificación en cáscaras o en filamentos, reveladora de un proceso de acumulación primitiva en el disco protoplanetario.
La densidad media medida por Rosetta para 67P es de aproximadamente 0,53 g/cm³, es decir, apenas la mitad de la del hielo de agua compacto, lo que indica una porosidad interna superior al 70%. Esta baja densidad es un indicio fuerte del carácter poco compactado del núcleo, incompatible con una fusión o un recocido térmico significativo.
Las observaciones gravimétricas y la imagen de radar de la sonda permitieron distinguir variaciones locales de densidad, probablemente correlacionadas con la distribución de los materiales volátiles o con la fracturación interna. No se detectó ninguna cavidad de gran tamaño, lo que confirma la hipótesis de una porosidad microscópica más que macroscópica.
El comportamiento de un cometa está fuertemente gobernado por su excentricidad orbital y su distancia al Sol. Cuando se acerca al perihelio, el rápido aumento de la temperatura induce la sublimación de los hielos de la superficie, generando una presión interna que puede provocar chorros de gas, colapsos o fracturas.
Las misiones Deep Impact y Rosetta han puesto de manifiesto una actividad asimétrica entre el hemisferio iluminado y el hemisferio sumido en la noche cometaria. Estos efectos térmicos se amplifican por la baja inercia térmica del regolito cometario. La rotación del núcleo, a veces caótica, puede generar ciclos de estrés mecánico que favorecen la fragmentación.
Los modelos físicos recientes intentan relacionar la topografía, la evolución orbital y el desgasificado a largo plazo con una dinámica de erosión progresiva, que conduce a los cometas a perder su actividad y convertirse en objetos inertes (asteroides extintos o cometas dormidos).
El paso cercano de un cometa es un evento espectacular pero potencialmente peligroso. Aunque los impactos de cometas son raros en comparación con los de asteroides, su velocidad relativa muy elevada (hasta 70 km/s) les confiere una energía cinética destructiva. El impacto hipotético de fragmentos cometarios se considera en algunos escenarios de extinción.
Los cometas, formados en las regiones frías del Sistema Solar externo, contienen hielos, silicatos y una rica química orgánica. Estos pequeños cuerpos han conservado intactas moléculas prebióticas que datan de la nebulosa protosolar, lo que los convierte en valiosos testigos de las primeras etapas de la química cósmica.
El análisis de las partículas de polvo recolectadas por la misión Stardust en el cometa 81P/Wild 2 reveló la presencia de numerosos compuestos orgánicos, entre ellos metanol (CH3OH), formaldehído (H2CO), ácido fórmico (HCOOH), así como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Estas moléculas son posibles precursoras de aminoácidos simples.
Análisis espectrométricos de meteoritos carbonáceos (como Murchison) han detectado aminoácidos (glicina, alanina, isovalina...), lo que ha reforzado la hipótesis de que estas moléculas pueden ser de origen cometario o asteroidal. En 2009, la NASA confirmó la presencia de glicina en las partículas de Stardust, tras la purificación y exclusión de cualquier contaminación terrestre.
La misión Rosetta, utilizando el espectrómetro COSAC a bordo del módulo de aterrizaje Philae, identificó varios compuestos orgánicos en el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko. Entre ellos: glicina (NH2CH2COOH), fósforo (un elemento clave del ADN), así como múltiples aminas y nitrilos, lo que sugiere una química orgánica compleja ya presente en los primeros tiempos del Sistema Solar.
Estos descubrimientos refuerzan la hipótesis de la panspermia química, según la cual los bloques elementales de la vida (pero no la vida misma) podrían haber sido traídos a la Tierra por cometas durante el bombardeo intenso tardío (hace unos 3.800 millones de años). Los cometas habrían desempeñado así un papel en el enriquecimiento del prebiótico terrestre con compuestos orgánicos.
Sin embargo, las condiciones de temperatura y presión durante el impacto de un cometa siguen planteando la cuestión de la estabilidad de estas moléculas al entrar en la atmósfera. Experimentos de laboratorio (por ejemplo, el proyecto STONE o COMET de la ESA) tienden a mostrar que algunos aminoácidos pueden sobrevivir a estas condiciones extremas, siempre que estén enterrados en una matriz mineral protectora.
Molécula | Fórmula Química | Lugar de Detección | Método de Identificación |
---|---|---|---|
Glicina | NH2CH2COOH | Cometa 81P/Wild 2 (Stardust) | GC-MS después de hidrólisis y purificación |
Ácido Fórmico | HCOOH | Cometa Hale-Bopp | Espectroscopía de Radio IRAM |
Formaldehído | H2CO | Cometa 67P (Rosetta/ROSINA) | Espectrometría de Masas (ROSINA-DFMS) |
Cianuro de Hidrógeno (HCN) | HCN | Cometa Halley (Giotto) | Espectroscopía UV y de Radio |
Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAP) | CnHm (variable) | Cometa 81P/Wild 2 (Stardust) | Fluorescencia UV, Cromatografía |
Metanol | CH3OH | Cometa 67P (ROSINA) | Espectrometría de Masas |
Urea | CH4N2O | Cometa 67P (Philae-COSAC) | Análisis in situ por Cromatografía |
Etanol | C2H5OH | Cometa 67P (ROSINA) | Espectrometría de Masas |
Acetona | CH3COCH3 | Cometa 67P (ROSINA) | Espectrometría de Masas |
Fósforo | P | Cometa 67P (ROSINA) | Espectrometría de Masas de Alta Resolución |
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