Descripción de la imagen: Un "bosque ebrio" en Fairbanks, Alaska. Los bosques ebrios son un fenómeno donde los árboles se inclinan y caen debido al deshielo del permafrost. Fuente de la imagen: Brandon Lucas.
Los bosques ebrios se refieren a un fenómeno en el cual los árboles en regiones boreales adoptan una postura inclinada o caen debido al deshielo del permafrost. Esta capa de suelo permanentemente congelada sirve como una base estable para los ecosistemas boreales. Cuando el permafrost se deshiela, el suelo se vuelve inestable, perturbando el crecimiento de los árboles y su anclaje.
El deshielo del permafrost se debe principalmente al calentamiento climático. Las temperaturas más altas derriten el hielo contenido en el suelo, desestabilizando las raíces de los árboles. Los árboles, al no encontrar un soporte sólido, comienzan a inclinarse y finalmente caen, dando la apariencia de un bosque "ebrio".
El permafrost es una capa de suelo, roca o sedimento que permanece congelada durante al menos dos años consecutivos.
El permafrost cubre una quinta parte de la superficie terrestre, incluyendo el 90% de Groenlandia, el 80% de Alaska, el 50% de Canadá y la Siberia rusa. Contiene grandes cantidades de hielo en su subsuelo (hasta 600 metros de profundidad). Cuando las temperaturas globales aumentan, este hielo se derrite, transformando el suelo en un lodo inestable.
El deshielo del permafrost se acelera por el aumento de las temperaturas en las regiones árticas y subárticas, que se calientan dos veces más rápido que el resto del globo. Una vez desestabilizado, el suelo pierde su cohesión, causando el hundimiento de las tierras y la desestabilización de los árboles que se encuentran en él.
El deshielo del permafrost libera carbono y metano, dos gases de efecto invernadero, en la atmósfera. Esto contribuye al calentamiento climático, creando un círculo vicioso donde el calentamiento provoca más deshielo, que a su vez libera más gases de efecto invernadero.
Los bosques ebrios también alteran los hábitats naturales. Los animales que dependen de la estabilidad del suelo para su supervivencia, como los renos y los caribúes, ven sus hábitats perturbados. Los cambios en la estructura del suelo también afectan la vegetación, alterando los tipos de plantas que pueden crecer en estas regiones.
Las infraestructuras humanas en las regiones árticas son particularmente vulnerables al deshielo del permafrost. Las carreteras, edificios y oleoductos pueden ser dañados o destruidos por la inestabilidad del suelo, resultando en altos costos de reparación.
Las comunidades locales, a menudo dependientes de los recursos naturales, también se ven afectadas. La caza, la pesca y la recolección se vuelven más difíciles, y los medios de subsistencia tradicionales están amenazados.