La demanda mundial de energía primaria (petróleo, gas, carbón, hidráulica, nuclear, renovables) sigue aumentando. El consumo de energía se acumula inexorablemente uno encima del otro sin desaparecer nunca o incluso ralentizarse.
Los efectos de la industrialización y los bucles de retroalimentación negativa nos parecen cada vez más indiscutibles (calentamiento global, derretimiento del hielo marino y de los glaciares, derretimiento del permafrost, aumento del nivel del mar y erosión marina, ciclones, desplazamiento de poblaciones, desertificación, contaminación industrial , pérdida de biodiversidad, erosión de recursos minerales, etc.).
Estas observaciones alarmistas nos obligan a una fuerte y rápida reducción de las energías del carbono porque estas catástrofes observadas hasta entonces podrían ser sólo pequeños avisos.
Hemos entendido perfectamente nuestra responsabilidad en el cambio climático y sabemos desde hace más de 20 años lo que hay que hacer.
A pesar de las innovaciones técnicas y la concienciación global sobre la emergencia climática, no vemos ningún cambio en el consumo de energía, ni transición energética y por tanto una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (excepto la reducción en un 7% en 2020 vinculada a las medidas de contención tomadas contra el Covid-19). 19).
Todo sucede como si ya hubiésemos aceptado la irreversibilidad de las catástrofes anunciadas. Este fenómeno se denomina "efecto espectador". En una emergencia, cuantos más testigos haya, menor será la posibilidad de que alguien intervenga (la responsabilidad es difusa).
Ciertamente, reducir nuestro consumo y renunciar al crecimiento que nos acompaña desde hace 150 años parece imposible a escala mundial porque las desigualdades entre países son demasiado grandes.
Desafortunadamente, el mundo se encoge poco a poco, los recursos son cada vez más difíciles de extraer, la biodiversidad se derrumba, las catástrofes climáticas se aceleran, las crisis se paralelizan y los conflictos geopolíticos se intensifican.
Además, el fenómeno es persistente porque el CO2 es extremadamente estable y durará mucho después de que hayamos implementado nuestras soluciones.
Antes de alcanzar el desarrollo sostenible, la humanidad en su conjunto deberá adaptarse a una presión ambiental cada vez más fuerte.
Es principalmente el sector energético (responsable del 70% de las emisiones globales) el que debería reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los expertos pronostican un crecimiento del 1,3% anual en la demanda de energía hasta 2035. Lo más sorprendente es que el petróleo, el gas y el carbón seguirán siendo las principales fuentes de energía que impulsarán la economía mundial.
La demanda de petróleo (transporte y petroquímica) está creciendo a una tasa promedio de 0,7% anual y debería continuar hasta 2035.
La demanda de gas está creciendo aún más rápido, alcanzando un promedio de 1,6% por año. Su cuota de energía primaria se convertirá en la segunda fuente de combustible para 2035.
El consumo de carbón seguirá aumentando hasta alcanzar su punto máximo en el año 2025.
Se espera que las energías renovables tengan el crecimiento más rápido. Los expertos pronostican un crecimiento promedio de 7,6% anual debido a la energía solar y eólica.
Gracias a la evolución del mix energético, el crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono se está ralentizando. Sin embargo, las emisiones deberían seguir creciendo y alcanzar una media del 0,6 % anual frente al 2,1 % de 2023. Sin embargo, las emisiones deberían disminuir en un 5% por año hasta 2035 para permanecer en una trayectoria a +2°C de la temperatura promedio.
En resumen, nuestra civilización se ha vuelto completamente dependiente del creciente consumo de energía. Incluso si la población mundial tiende a estabilizarse, si disminuye el uso del carbón, si se acelera el desarrollo de las energías renovables y si la electrificación del transporte está en marcha en todo el mundo, parece que ya es demasiado tarde. No tendremos tiempo de revertir la tendencia porque el CO2 lleva demasiado tiempo almacenado en nuestro invernadero.
Nuestra forma de vida insostenible nos presenta un gran desafío global. Esto nos obligará a revisar profundamente nuestro comportamiento con otras especies y con todo el planeta Tierra.
Si no encontramos soluciones tecnológicas a todos estos problemas muy rápidamente, la situación está perdida de antemano, a menos que el planeta nos encuentre una solución!!!