Desde hace más de dos siglos, la humanidad transforma cada vez más energía para hacer funcionar sus máquinas, industrias y, hoy, sus redes digitales. Cada gran etapa de esta evolución corresponde a una revolución energética: del vapor al carbón, del petróleo a la electricidad, y del silicio a la era de los servidores. Estas transiciones cuentan cómo nuestra civilización ha sabido dominar fuentes de energía cada vez más densas, eficientes y rápidas.
Desde las máquinas de vapor hasta los servidores digitales, la humanidad ha aprendido a transformar el calor, la luz, el movimiento y ahora la información. Todo avance tecnológico es, ante todo, una transformación de energía.
En el siglo XVIII, la máquina de vapor transformó el calor del carbón en movimiento. Fue una verdadera revolución: la fuerza muscular humana o animal fue reemplazada por una potencia mecánica continua, capaz de impulsar trenes, barcos y fábricas. El consumo de energía explotó: el hombre multiplicó su poder de acción sobre la materia.
El carbón se convirtió en el motor de la industrialización. Era una fuente de energía muy concentrada, fácil de almacenar y transportar. Alimentaba las locomotoras, los altos hornos y la naciente producción de electricidad. En el siglo XIX, las grandes ciudades se cubrieron de humo, símbolo tanto del progreso como de las primeras contaminaciones masivas.
En el siglo XX, el petróleo tomó el relevo. Permitió alimentar coches, aviones y barcos, convirtiéndose en la sangre de la economía mundial. Su densidad energética era tal que un solo litro de combustible podía hacer avanzar un coche durante decenas de kilómetros. Fue la época de la movilidad, el transporte rápido y la globalización de los intercambios.
Al mismo tiempo, la electricidad se impuso como una energía limpia en su uso: sin humo, sin ruido y de fácil transporte. Hacía funcionar motores, iluminaba ciudades y alimentaba hogares y máquinas industriales. La electricidad se convirtió en el vínculo universal entre todas las demás formas de energía.
Después de 1950, la humanidad descubrió la fisión nuclear. Una ínfima cantidad de materia bastaba para liberar una energía colosal según la famosa ecuación de Einstein \(\Delta E = \Delta m c^2\). Las centrales nucleares producían electricidad estable y continua, pero planteaban nuevos desafíos: gestión de residuos radiactivos, seguridad de las instalaciones y dependencia tecnológica.
Desde principios del siglo XXI, está en marcha una nueva revolución: la digital. Ordenadores, smartphones y centros de datos consumen cada vez más electricidad. Detrás de cada búsqueda en Internet, cada vídeo en línea y cada transacción se esconde un consumo energético invisible pero muy real. Los centros de datos son hoy las fábricas de la era digital. Su eficiencia se mide por la relación entre la energía total utilizada y la realmente dedicada a los servidores informáticos (el "PUE", por Power Usage Effectiveness).
Ante el calentamiento global y el agotamiento de los recursos fósiles, la cuestión energética se ha vuelto crucial. Ya no se trata solo de producir más, sino de producir mejor: con energías renovables, redes inteligentes y sistemas menos exigentes y más sobrios. El desafío es mantener nuestras necesidades modernas (movilidad, confort, comunicación, etc.) respetando los equilibrios físicos.
Estas transformaciones muestran que la demanda energética contemporánea ya no se limita a las necesidades clásicas de transporte y calefacción: la energía se ha convertido en un vector crítico para el procesamiento, almacenamiento y transmisión de información a escala global.
N.B.:
En dos siglos, la potencia energética media utilizada por habitante se ha multiplicado por más de 20. Vivimos ahora en una sociedad donde la información y la energía están estrechamente vinculadas: cada bit calculado, almacenado o transmitido consume energía en algún lugar del planeta.
| Período | Carbón (%) | Petróleo (%) | Gas (%) | Nuclear (%) | Hidroelectricidad (%) | Solar y Eólica (%) | Biomasa y otras (%) |
|---|---|---|---|---|---|---|---|
| 1850 | ~95 | ~1 | <1 | 0 | ~2 | 0 | ~2 |
| 1900 | ~70 | ~8 | ~2 | 0 | ~10 | 0 | ~10 |
| 1950 | ~40 | ~36 | ~7 | 0 | ~10 | 0 | ~7 |
| 1980 | ~35 | ~37 | ~20 | ~5 | ~8 | 0 | ~5 |
| 2000 | ~28 | ~36 | ~23 | ~6 | ~7 | ~0,5 | ~6,5 |
| 2020 | ~26 | ~31 | ~24 | ~4 | ~6 | ~3 | ~6 |
| 2025 (previsión) | ~25 | ~29 | ~22 | ~5 | ~7 | ~4 | ~7 |
Fuentes: Agencia Internacional de la Energía (IEA) - IEA; BP Statistical Review of World Energy 2021 - BP.