Descripción de la imagen: La "ilusión de la sombra del tablero de ajedrez de Adelson" fue publicada por Edward H. Adelson en 1995. En este tablero de ajedrez, las casillas A y B tienen exactamente el mismo color. Esta increíble ilusión puede verificarse haciendo clic en la imagen. Esta ilusión de color idéntico ilustra bien el paso cognitivo. A partir de una imagen precisa de la realidad, nuestro cerebro nos proporciona un resultado coherente, que corresponde a nuestro conocimiento. Interpreta los colores, las formas y los movimientos de los objetos y luego modifica o completa los elementos faltantes según sea necesario para dar coherencia a las cosas. En otras palabras, quiere ver el mundo sensible como un mundo inteligible tal como lo concibe, tal como lo ha comprendido, tal como se le ha enseñado. Desde el nacimiento, ver es saber, y nuestro cerebro está ciego hasta que aprende a ver. Crédito: Edward H. Adelson Profesor de Ciencia de la Visión
La información del entorno exterior, en cantidad infinita, está limitada por la sensibilidad de nuestros receptores sensoriales, como los de la visión, la audición, el olfato o la percepción táctil.
Esta información limitada permite a nuestro cerebro procesarla rápidamente para proporcionarnos una imagen mental que corresponde a una percepción más o menos correcta de la realidad. Así, entre todos los datos capturados por nuestros sentidos, solo una parte puede ser procesada a nivel consciente.
Este filtrado de datos también está determinado por la atención y la motivación. Cuando nos concentramos en una tarea específica (leer, escuchar, pensar, etc.), otros datos del entorno no relacionados con esta tarea se ignoran.
Nuestros ojos, que son un legado de la evolución, no pueden equivocarse porque la información lumínica limitada a un espectro específico es físicamente real. Esta información captada por los fotorreceptores de nuestros ojos es simplemente el reflejo de los fotones en los objetos de nuestro entorno. Como un espejo, nuestros ojos son fieles a la información lumínica que forma una imagen concreta en la retina. Luego, esta información desencadenará reacciones químicas en los fotorreceptores (conos y bastones). Luego, el mensaje se transducirá en impulsos nerviosos (transducción) a través de las neuronas bipolares y luego las neuronas ganglionares.
Los axones de estas neuronas (nervio óptico) se conectan con la corteza visual ubicada en la parte posterior del lóbulo occipital del cerebro. Es allí donde la información visual (imagen) desaparece completamente para ser reconstruida en señales químicas (neurotransmisores) de naturaleza eléctrica. Esta información se procesa globalmente con otras señales sensoriales para producir una representación multisensorial integrada del entorno. La evolución ha elegido este modo de funcionamiento para que podamos interactuar eficazmente con el mundo que nos rodea.
Desde esta ventana abierta al exterior, nuestro cerebro seleccionará, decodificará, integrará e interpretará los eventos característicos de la escena tridimensional coloreada (estímulo visual).
Así, lo que llamamos "visión" es solo una interpretación cerebral de señales eléctricas dependientes de nuestros esquemas mentales. De hecho, una misma imagen puede ser interpretada de manera diferente por individuos diferentes porque no han vivido los mismos eventos en los mismos momentos de sus vidas.
¡No vemos con nuestros ojos sino con nuestro cerebro!
Según los psicólogos de la percepción, esta interpretación pasa por varias etapas (sensorial, perceptiva y cognitiva).
La etapa sensorial permite percibir, a través de nuestras células receptoras especializadas, una gran cantidad de información lumínica, auditiva, olfativa y táctil proveniente del entorno.
La etapa perceptiva permite a nuestro cerebro seleccionar una parte de los datos sensoriales, como las formas, los colores y los movimientos.
La etapa cognitiva asignará un significado coherente a la información. Este concepto se creará en función de nuestro conocimiento previo, es decir, nuestro aprendizaje. Por ejemplo, cuando miramos las miles de estrellas dispersas aleatoriamente en el cielo nocturno, notamos principalmente aquellas que forman asterismos que llamamos constelaciones (Osa Mayor, Aries, Tauro, Géminis, etc.). Nuestro cerebro detecta inmediatamente las formas geométricas (líneas, círculos, cuadrados, rectángulos). Estas figuras darán sentido a nuestro entorno ya que nos ayudarán a orientarnos en el espacio. A lo largo de la vida, el cerebro aprende a ver a través de mecanismos neurobiológicos (percepción, motricidad, lenguaje, memoria, razonamiento, emoción, etc.).