La Luz Visible del infrarrojo al ultravioleta es solo un pequeño rango de vibraciones del espectro electromagnético, pero tiene una importancia particular porque es la principal información traducida por nuestros ojos sobre nuestro entorno.
Joseph von Fraunhofer (1787-1826) fue el primero en notar en 1814, en la luz visible del espectro solar, las llamadas líneas de Fraunhofer. Este óptico y físico alemán inventó el espectroscopio en 1815 y fue el primero en estudiar la difracción de la luz utilizando redes ópticas (difracción de Fraunhofer).
En esa época, no se conocía la razón de la presencia de estas líneas de Fraunhofer en el espectro visible de la luz. No fue hasta mucho más tarde, en 1860, que Robert Wilhelm Bunsen (1811-1899) y Gustav Robert Kirchhoff (1824-1887) descubrieron que las líneas espectrales de la luz emitida por un cuerpo incandescente constituyen una firma que permite identificar este cuerpo. Al observar el espectro de la luz solar, reconocieron varios elementos químicos presentes en la Tierra, incluidos el cesio y el rubidio. ¡El Sol contiene los mismos elementos químicos que la Tierra, ¡qué sorpresa!
La historia de la luz pasa por una serie de etapas notables de la física: la teoría ondulatoria de Christian Huygens en 1678, el experimento de Young en 1801, las líneas de Fraunhofer en 1814, la difracción de Fresnel en 1815 (descripción del carácter ondulatorio de la luz), el espectro solar de Bunsen y Kirchhoff en 1850, el electromagnetismo de Maxwell en 1864, la línea amarilla desconocida del helio en 1895, hasta Max Planck (1900) y Albert Einstein (1905) para la naturaleza corpuscular de la luz.
La espectroscopia nos revela la naturaleza del Universo proporcionando una multitud de informaciones inesperadas, a menudo muy por encima de nuestras expectativas. Desde la observación del color – una simple propiedad de la luz – obtenemos datos valiosos. Por ejemplo, las estrellas azules, jóvenes y extremadamente calientes, contrastan con las estrellas rojas, más viejas, menos masivas y menos calientes. Este principio también se aplica a las galaxias, cuyo tono dominante (azul o rojo) nos permite estimar su edad.
La espectroscopia consiste en analizar el espectro de la luz, visible o no, cubriendo todos los tipos de radiaciones, desde las ondas de radio hasta los rayos gamma. Cuando descomponemos la luz procedente de un objeto celeste, observamos líneas de emisión (bandas coloreadas sobre fondo negro) y líneas de absorción (líneas oscuras sobre fondo coloreado). Estas líneas reflejan los niveles de energía de los átomos atravesados por la luz, revelando así su composición química.
Al estudiar el grosor de estas líneas, los científicos determinan la abundancia de los elementos: cuanto más marcada es una línea, mayor es la cantidad del elemento presente. La espectroscopia también permite medir el movimiento de los objetos celestes gracias al efecto Doppler-Fizeau (1842).
Gracias a estas técnicas, los astrónomos pueden reconstruir la composición química, la dinámica e incluso la estructura de objetos tan variados como estrellas, galaxias, cuásares o nubes interestelares. La espectroscopia es, por tanto, una ventana abierta a la intimidad del Universo.
Cuando un elemento químico es atravesado por luz blanca, absorbe ciertas longitudes de onda, dejando aparecer líneas oscuras en el espectro de difracción. Estas líneas de absorción, características de los elementos, sirven de firma química. Así, al analizar la luz blanca procedente de una estrella después de su paso a través de los iones de su atmósfera, podemos determinar su composición química.
Resulta notable que las líneas de absorción de un elemento corresponden exactamente a sus líneas de emisión (como muestra el ejemplo del litio en la imagen). En otras palabras, un elemento absorbe las mismas radiaciones que puede emitir, con longitudes de onda idénticas.
Rotación de las galaxias: Al medir los desplazamientos espectrales de las estrellas, reconstruimos la curva de rotación de las galaxias. Contrariamente a las expectativas, las estrellas en la periferia se mueven tan rápido como las del centro, revelando la presencia de materia oscura.
Estallidos de rayos gamma: Estos breves destellos de radiación gamma (unos pocos segundos) dejan un débil resplandor visible. Su espectro revela la composición de estrellas lejanas, ofreciendo un vistazo al Universo joven. Gracias a esto, sabemos que las leyes físicas y los elementos químicos son uniformes en todo el Universo observable.
Radiación fósil: La espectroscopia ha confirmado que su temperatura es de 2,7 K, demostrando que el Universo era más caliente en el pasado.
Finalmente, esta técnica no se limita a lo visible: se extiende desde las ondas de radio (bajas energías) hasta los rayos X y gamma (altas energías), convirtiéndola en una herramienta universal para explorar el cosmos.