La Luna Azul es un término popular utilizado para designar la segunda luna llena que ocurre dentro del mismo mes calendario. Dado que el ciclo lunar dura aproximadamente 29.5 días, es posible que un mes (especialmente aquellos con 30 o 31 días) contenga dos lunas llenas. Esto ocurre aproximadamente cada 2.7 años. El término "azul" no se refiere al color de la luna, sino a su rareza.
Una definición más antigua, derivada del folclore agrícola, designa como Luna Azul a la tercera luna llena en una estación que tiene cuatro (en lugar de las tres habituales).
No se asocia ningún efecto físico notable con la Luna Azul: no es más brillante, más cercana ni energéticamente diferente de otras lunas llenas.
El término Luna de Hielo proviene de las tradiciones nativas americanas o de calendarios agrícolas ancestrales, que nombraban las lunas llenas según las estaciones o los fenómenos naturales asociados a cada mes.
La luna llena de enero a veces se llama Luna del Lobo o Luna de Hielo debido a los inviernos rigurosos en el hemisferio norte. Esta es una designación fenomenológica y cultural.
Si una Luna Azul ocurre en enero, podría ser apodada Luna Azul de Hielo, pero esta es una combinación poética más que un término astronómico oficial.
La luz que ilumina la Luna proviene casi exclusivamente del Sol.
La Tierra emite algo de radiación térmica (principalmente infrarroja) y también dispersa algo de luz en el ultravioleta a través de la alta atmósfera (auroras o dispersión de Rayleigh), pero esta emisión es extremadamente débil en comparación con la luz solar directa.
Cuando se observa una luna azul, no es un efecto de color real, excepto en casos atmosféricos muy raros. La única manera física de obtener una luna visualmente azul está relacionada con una dispersión anormal de la luz en la atmósfera terrestre, por ejemplo:
Estos fenómenos inyectan partículas en la estratosfera que son comparables o más grandes que la longitud de onda de la luz visible. Estas partículas dispersan y absorben preferentemente la luz roja, reduciendo su contribución en el espectro transmitido. La Luna puede entonces parecer visualmente azulada, un efecto raro debido a condiciones atmosféricas particulares.