Lanzado en diciembre de 2019 por la Agencia Espacial Europea (ESA), Cheops (CHaracterising ExOPlanet Satellite) está dedicado al estudio detallado de los exoplanetas. A diferencia de las misiones de detección como Kepler o TESS, Cheops se centra en exoplanetas ya conocidos para medir con extrema precisión su diámetro a través de la observación minuciosa de los tránsitos. Estas mediciones finas permiten asociar el tamaño de un planeta con su masa (ya estimada a través de otros métodos como la velocidad radial), ofreciendo así pistas críticas sobre su estructura interna.
La misión Cheops se distingue fundamentalmente de las exploraciones exoplanetarias anteriores por su enfoque dirigido y su precisión fotométrica. Mientras que los telescopios como Kepler o TESS realizaron barridos estadísticos de vastas porciones del cielo, Cheops adopta una estrategia de seguimiento individualizado: se centra en estrellas ya conocidas por albergar exoplanetas para precisar sus características físicas. Este enfoque reduce considerablemente el ruido de observación al permitir una optimización específica para cada campaña de medición.
Técnicamente, Cheops innova con su arquitectura compacta y extremadamente estable. Su telescopio Ritchey-Chrétien de 32 cm, combinado con un sensor CCD estabilizado térmicamente a mejor que 0,1°C, garantiza una precisión fotométrica nunca antes alcanzada para una plataforma de este tamaño. La gestión térmica, crucial para limitar el ruido instrumental, se basa en un radiador pasivo orientado hacia el espacio profundo, un concepto inspirado en los satélites meteorológicos pero perfeccionado para necesidades astrofísicas.
Otra originalidad reside en su órbita heliosincrónica a 700 km de altitud, que permite asegurar una iluminación solar constante del satélite, minimizando así las variaciones térmicas diurnas y nocturnas. Esta órbita, combinada con un diseño óptico que limita las difusiones luminosas parásitas, permite a Cheops mantener un campo de observación estable durante varias horas sobre el mismo objetivo, condición indispensable para obtener curvas de luz extremadamente finas.
Finalmente, Cheops juega un papel de "precisión quirúrgica" dentro del arsenal exoplanetario de la ESA: prepara el terreno para futuras misiones espectroscópicas como Ariel, afinando la selección de objetivos. A través de su capacidad única para combinar mediciones de radios planetarios con masas conocidas, permite discriminar eficazmente entre exoplanetas rocosos, gaseosos o ricos en volátiles, abriendo el camino a una clasificación física más rigurosa de estos mundos distantes.
La instrumentación de Cheops se basa en un telescopio tipo Ritchey-Chrétien de 32 cm de diámetro combinado con una cámara CCD muy estable térmicamente. Está optimizado para minimizar los errores sistemáticos y alcanzar una precisión fotométrica inferior a la milésima. Este nivel de sensibilidad permite detectar disminuciones en la luminosidad estelar tan bajas como 20 partes por millón, equivalente al paso de un planeta del tamaño de Neptuno frente a una estrella de tipo solar. La estabilidad térmica y el aislamiento contra la luz parásita están asegurados por un deflector complejo y una órbita heliosincrónica.
Al combinar las mediciones de Cheops con datos de masas planetarias, los astrónomos pueden deducir la densidad media de los exoplanetas y, por lo tanto, inferir su composición: planetas rocosos, gaseosos, ricos en agua o incluso estructuras híbridas. Esto contribuye a afinar nuestros modelos de evolución planetaria e identificar mundos potencialmente habitables. Cheops también juega un papel crucial en la selección de objetivos de observación prioritarios para futuras misiones como el Telescopio Espacial James Webb (JWST) o Ariel, enfocados en la espectroscopía atmosférica.
Cheops no está diseñado para descubrir masivamente nuevos exoplanetas, sino para profundizar nuestra comprensión de los sistemas conocidos. Al trabajar en sinergia con estudios espectroscópicos terrestres (ESO, HARPS, ESPRESSO) y otros telescopios espaciales, Cheops abre una nueva era de astronomía exoplanetaria cuantitativa. Su éxito confirma la importancia de instrumentos especializados para complementar las grandes misiones de detección y preparar el estudio detallado de planetas similares a la Tierra.