Una caldera (del portugués "caldeira", que significa "caldero") es una vasta depresión volcánica, generalmente circular, formada por el colapso del techo de una cámara magmática vaciada tras una erupción volcánica mayor. A diferencia de los cráteres de explosión, más pequeños y formados por erupciones explosivas, las calderas se miden en decenas de kilómetros de diámetro y son testimonio de eventos cataclísmicos que han marcado la historia geológica de nuestro planeta.
La formación de una caldera sigue un proceso geológico complejo. Durante una supererupción, enormes volúmenes de magma (generalmente > 1000 km³) son expulsados en relativamente poco tiempo. La cámara magmática, parcialmente vaciada, ya no puede soportar el peso de las rocas suprayacentes, lo que provoca el colapso de la estructura y la creación de una depresión. Se distinguen principalmente tres tipos de calderas:
Nuestro planeta alberga varias calderas monumentales, testigos de eventos cataclísmicos que han moldeado los paisajes e influido en el clima terrestre.
Nombre | Ubicación | Diámetro (km) | Volumen eyectado (km³) | Edad de formación | Tipo de caldera |
---|---|---|---|---|---|
La Garita | Colorado, Estados Unidos | 35 × 75 | > 5000 | 27,8 millones de años | Colapso (ignimbrítico) |
Toba | Sumatra, Indonesia | 100 × 30 | 2800 | 74.000 años | Colapso (supervolcán) |
Yellowstone | Wyoming, Estados Unidos | 85 × 45 | 1000 | 640.000 años | Colapso (punto caliente) |
Taupo | Isla Norte, Nueva Zelanda | 35 | 1200 | 26.500 años | Colapso (arco volcánico) |
Long Valley | California, Estados Unidos | 32 × 17 | 600 | 760.000 años | Colapso (complejo volcánico) |
Valle Grande | Nuevo México, Estados Unidos | 22 | 300 | 1,25 millones de años | Colapso (ignimbrítico) |
Aira | Kyushu, Japón | 20 | 400 | 22.000 años | Colapso (subducción) |
Campi Flegrei | Nápoles, Italia | 13 | 500 | 39.000 años | Colapso (zona volcánica compleja) |
Santorini | Grecia | 11 | 60 | 1600 AEC | Colapso (arco egeo) |
Krakatoa | Indonesia | 7 | 25 | 1883 | Colapso (arco volcánico) |
Ngorongoro | Tanzania | 20 | 150 | 2,5 millones de años | Colapso (rift continental) |
Cerro Galán | Argentina | 34 | 1000 | 2,2 millones de años | Colapso (ignimbrítico) |
Kilauea | Hawái, Estados Unidos | 4 × 3,2 | 20 | En formación continua | Colapso (punto caliente) |
Crater Lake | Oregón, Estados Unidos | 8 × 10 | 50 | 7.700 años | Colapso (volcán compuesto) |
Askja | Islandia | 8 | 45 | 1875 | Colapso (rift medioatlántico) |
Rabaul | Papúa Nueva Guinea | 14 | 100 | 1.400 años | Colapso (arco volcánico) |
Okataina | Nueva Zelanda | 26 | 350 | 64.000 años | Colapso (arco volcánico) |
Valles | Nuevo México, Estados Unidos | 22 | 400 | 1,25 millones de años | Colapso (ignimbrítico) |
Ijen | Java, Indonesia | 1 | 5 | 50.000 años | Explosión (ácida) |
Aniakchak | Alaska, Estados Unidos | 10 | 50 | 3.400 años | Colapso (arco aleutiano) |
Fuente: Smithsonian Institution - Global Volcanism Program y United States Geological Survey.
Las supererupciones que forman las calderas tienen consecuencias catastróficas a escala planetaria. La inyección de grandes cantidades de cenizas y aerosoles de azufre en la estratosfera puede provocar un "invierno volcánico" con una caída significativa de las temperaturas globales durante varios años. La erupción del Toba, hace 74.000 años, habría causado un enfriamiento global de 3 a 5 °C y un cuello de botella en la población humana, reduciendo posiblemente nuestra especie a solo unos miles de individuos.
N.B.: Un invierno volcánico corresponde a una caída temporal de las temperaturas mundiales causada por grandes erupciones volcánicas. Las cenizas y gases sulfurosos proyectados en la estratosfera reflejan la luz solar, reduciendo la energía recibida en la superficie.
Las grandes calderas de nuestro planeta son las cicatrices visibles de eventos cataclísmicos que han marcado la historia de la Tierra. Su estudio nos informa no solo sobre los procesos geológicos extremos, sino también sobre la fragilidad de nuestra civilización frente a las fuerzas de la naturaleza. Comprender estos sistemas volcánicos colosales es esencial para evaluar los riesgos futuros y desarrollar estrategias de mitigación frente a erupciones que, aunque raras, podrían repetirse algún día.
Varias grandes calderas, como Yellowstone, Campi Flegrei (Italia) o Aira (Japón), aún albergan sistemas magmáticos activos. Son objeto de una estrecha vigilancia por parte de los vulcanólogos, quienes miden las deformaciones del suelo, la actividad sísmica, las emisiones gaseosas y las variaciones térmicas. Aunque el riesgo de una supererupción a corto plazo es estadísticamente bajo, sus consecuencias serían tan dramáticas que la comunidad científica internacional sigue de cerca a estos "gigantes dormidos".
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