Los planetas flotantes, también llamados planetas errantes u huérfanos, son objetos masivos comparables a planetas gigantes, pero que no orbitan alrededor de ninguna estrella. Evolucionan libremente en el vacío interestelar, iluminados únicamente por las débiles radiaciones del medio galáctico o por su propio calor residual. Estos mundos solitarios desafían el paradigma del sistema planetario centrado en una estrella, como el de nuestro Sistema Solar. Su existencia fue postulada desde los años 1990, pero solo recientemente, gracias a técnicas como la microlente gravitacional, se ha podido detectarlos directamente.
Los planetas flotantes, también llamados planetas errantes u huérfanos, son objetos masivos comparables a planetas gigantes, pero que no orbitan alrededor de ninguna estrella. Evolucionan libremente en el vacío interestelar, iluminados únicamente por las débiles radiaciones del medio galáctico o por su propio calor residual. Estos mundos solitarios desafían el paradigma del sistema planetario centrado en una estrella, como el de nuestro Sistema Solar. Su existencia fue postulada desde los años 1990, pero solo recientemente, gracias a técnicas como la microlente gravitacional, se ha podido detectarlos directamente.
Se consideran dos escenarios principales para explicar la presencia de estos exoplanetas errantes: la formación in situ en una nube molecular, análoga a la de una estrella, o la eyección gravitacional de un sistema planetario joven. En este segundo caso, interacciones dinámicas caóticas, especialmente en sistemas múltiples, pueden conducir a la expulsión de un planeta. Simulaciones numéricas muestran que un gran porcentaje de los planetas formados en sistemas multiplanetarios inestables pueden ser eyectados al espacio interestelar. Estos planetas pueden conservar una atmósfera densa, alimentada temporalmente por el calor interno (radioactividad, contracción gravitacional), o incluso por un océano bajo el hielo en algunos casos extremos.
Algunos planetas flotantes pueden confundirse con enanas marrones, especialmente en el rango de masa entre 10 y 20 masas jovianas, donde la detección de los mecanismos internos es imposible sin datos espectroscópicos finos. La distinción se basa más en la historia de formación que en la masa, pero esta historia a menudo se infiere en lugar de observarse.
Cuando un planeta flotante es detectado por microlente gravitacional o por infrarrojo lejano, la masa estimada puede situarse alrededor de 10-20 masas jovianas. En este rango:
Por lo tanto, sin un espectro preciso ni firma de fusión, es difícil hacer la distinción.
Detectar estos objetos es extremadamente difícil, ya que no reflejan ninguna luz estelar y emiten solo débilmente en el infrarrojo. El método más prometedor es el de la microlente gravitacional: cuando un planeta flotante pasa frente a una estrella de fondo, actúa como una lente gravitacional que amplifica temporalmente la luz de esa estrella. Proyectos como MOA (Microlensing Observations in Astrophysics) o OGLE (Optical Gravitational Lensing Experiment) han permitido identificar varios candidatos. En 2021, un estudio dirigido por el equipo de Przemek Mróz sugirió que podría haber hasta 50 mil millones de estos planetas errantes en la Vía Láctea, potencialmente más que estrellas.