La salinidad superficial de los océanos juega un papel crucial en la dinámica oceánica global. Influye en la densidad del agua, condiciona la circulación termohalina e interactúa con el ciclo del agua y los intercambios térmicos atmósfera-océano. Una variación en la salinidad puede revelar procesos climáticos a gran escala, como El Niño o las derivas estacionales de la Corriente del Golfo. Sin embargo, hasta 2011, las mediciones eran esencialmente puntuales o derivadas de modelizaciones. El lanzamiento del satélite Aquarius, diseñado por la NASA y la CONAE argentina, revolucionó este campo al permitir una observación espacial directa y regular de la salinidad a escala global.
Aquarius estaba equipado con un radiómetro pasivo que operaba a 1,413 GHz (banda L), sensible a las pequeñas variaciones de emisividad de las aguas superficiales inducidas por su contenido de sal. Para corregir las perturbaciones atmosféricas y los efectos de superficie (viento, temperatura, rugosidad), el satélite también llevaba un radar activo en banda L (dispersómetro). La órbita casi polar de 657 km permitía una cobertura global en 7 días con una resolución espacial de aproximadamente 150 km. Las mediciones de salinidad así obtenidas tenían una precisión de aproximadamente 0,2 PSU (Unidad Práctica de Salinidad), suficiente para detectar anomalías regionales significativas.
Durante sus 4 años de actividad (de junio de 2011 a junio de 2015), Aquarius proporcionó mapas globales mensuales de la salinidad superficial que permitieron:
En junio de 2015, una falla eléctrica puso fin a la misión. Sin embargo, los datos recopilados siguen siendo una referencia, especialmente para el acoplamiento océano-atmósfera y la calibración de los satélites sucesores como SMOS (ESA) y SMAP (NASA).
Aquarius demostró que la salinidad podía medirse con fiabilidad desde el espacio. Su éxito abrió el camino a una nueva disciplina: la hidroclimatología espacial. Los datos de Aquarius, de libre acceso, continúan alimentando estudios sobre los balances hidrológicos globales, la acidificación de los océanos y la variabilidad climática. Al combinar temperatura, salinidad y altimetría (por ejemplo con Jason-3), los investigadores disponen ahora de herramientas coherentes para comprender los flujos energéticos en el océano mundial.
Satélite | Agencia(s) | Período | Parámetro principal | Tecnología utilizada | Resolución / Precisión |
---|---|---|---|---|---|
Aquarius | NASA / CONAE | 2011–2015 | Salinidad superficial | Radiómetro L-band + dispersómetro | 150 km / ±0.2 PSU |
SMOS | ESA / CNES | 2009–presente | Salinidad y humedad del suelo | Interferometría de microondas L-band | 50 km / ±0.2 PSU |
SMAP | NASA | 2015–presente | Humedad del suelo + salinidad | Radiómetro pasivo + radar (fuera de servicio) | ~60 km / ±0.2 PSU |
Jason-3 | CNES / NASA / EUMETSAT / NOAA | 2016–presente | Altura del mar (altimetría) | Altimetro radar Ku/C | ~10 cm de precisión altimétrica |
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